La Voz Interior

LA VOZ INTERIOR ¿ALIADA O SABOTEADORA?

Por: Claudia Garrido Escartín

¿Qué es la Mente?

Si bien, esta pregunta podría considerarse reduccionista si pensamos en la mente como algo que va más allá de lo biológico, como un algo metafísico el cual fenomenológicamente ha sido explorada por miles de años, dando la impresión de que lo que se ha descubierto aún es muy poco. Pero que parece que alberga una voz (o varias) dentro de ella, y que además esa voz, juega un papel relevante en la predisposición del éxito, del fracaso, de la forma en que cada ser humano configura su realidad, ese diálogo o narrativa interna que conforma nuestra vida, nuestro trabajo y nuestras relaciones.

En el 2010 el antropólogo británico Andrew Irving se dedicó a escuchar los soliloquios de más de 100 neoyorkinos. 

Se encontró con abundantes preocupaciones triviales.  Muchas personas hacían comentarios sobre lo que veían en las calles –el trasporte público, el tráfico, los transeúntes – y sobre las cosas que tenían que hacer ese día.  Pero junto a esas reflexiones sin importancia, había monólogos llenos de angustia, dolor y desasosiego. Los relatos a menudo desembocaban en un bucle de negatividad como un agujero negro que se abre en el inconsciente.

El caso de Laura, una chica que estaba sentada en una cafetería esperando, impaciente, noticias de su novio, que había ido a Boston.  El caso es que tenía que haber vuelto para echarle una mano con la mudanza.  Llevaba todo el día esperando una llamada. Convencida de que su novio había tenido un accidente, se había pasado cuatro horas delante del ordenador tecleando las palabras “accidente de autobús”.  Pero como ella se decía a sí misma, esa preocupación compulsiva no era solo por un posible accidente. Sino que él, podría estar en cualquier sitio, o con otra mujer.

Las neurociencias describen como una de las principales tareas del cerebro en alimentar el motor de lo que denominamos “memoria funcional”

La memoria funcional es la que nos permite participar en las reuniones familiares, o llevar a cabo una junta en la oficina. Es la que nos permite elegir un platillo de la carta de un restaurante y poner atención a lo que se dice en la mesa.

La memoria funcional es un sistema neuronal especializado en gestionar la información verbal. Lo llamamos “bucle fonológico”.   Consta de dos partes: un “oído interior”, que nos permita retener durante unos segundos las palabras que acabamos de oír, y una “voz interior”, que nos permite repetir palabras en la cabeza, como cuando estamos preparando un discurso, memorizando un número de teléfono o recitando un mantra.

 

Esta voz interior puede caer en un parloteo, también conocido como; la jaula de monos, la loca de la casa, la corriente incesante del río y en neurociencias, la red neuronal por defecto.

Es durante la infancia cuando construimos ese pasillo verbal que comunica la mente con el mundo exterior, lo que a veces puede resultar algo poco adaptativo si es que la relación con nuestros primeros cuidadores no ayudó al aprendizaje del manejo de las emociones.  Cabe aclarar que la influencia entre la cultura, los padres y los niños no es unidireccional.  El comportamiento de los niños también influye en los sentimientos de los padres, y nosotros en cuanto seres humanos, desempeñamos un papel importante en la estructuración cultural.

 

El psicólogo soviético Lev Vigotsky basó sus teorías en la exploración de la relación entre el desarrollo lingüístico y el autodominio. El observó que los niños tienen conversaciones espontáneas consigo mismos. No se trata de juegos o imaginaciones, sino que es un indicio de evolución y crecimiento emocional.

Recientes estudios han arrojado datos sobre los niños criados en familias en los que hay buenos modelos de comunicación, y comprobaron que desarrollan antes el monólogo interior y la historia psicológica más importante: nuestra identidad.

Saltando de un recuerdo al otro, los monólogos interiores tejen una trama neuronal.  Encajan el pasado en las costuras cerebrales de nuestra identidad. ¿Pero entonces, el pasado nos define? La respuesta es que no, puede predisponer algunos rasgos de la persona, más no condenarla a un determinado destino per se.

Para no ser presas de este parloteo afecte negativamente nuestras vidas, debemos estar conscientes, de prestar atención a las respuestas “automáticas” que tenemos y que pueden estar viciadas, interiorizadas y aceptadas dentro de nosotros, pero ser des adaptativas y jugarnos en contra, auto sabotearnos, es decir, meternos el pie.

Debemos entrenar nuestra mente como entrenamos cualquier musculo para que sea capaz de darse cuenta que ha entrado a la red neuronal por defecto.  Las cavilaciones desvían la atención hacia el origen del desasosiego. Las obsesiones sabotean produciendo efectos debilitadores. Esos soliloquios impiden que los estudiantes saquen buenas notas en los exámenes, producen miedo escénico e impiden el buen desarrollo de las negociaciones en el mundo empresarial.

Pensar que el estrés es un factor exógeno no es suficiente, también tiene su componente interno, las causas de la incesante actividad del estrés es el flujo verbal negativo

Entrena tu atención, practica la observación de manera consciente de los resultados que obtienes, como si fueras un observador observándose a sí mismo en lugar de caer en la inmersión psicológica que te atrapan en el bucle que parece no tener salida.

Fuentes:

TEORIA DE COMUNICACIÓN HUMANA: INTERACCIONES, PATOLOGIAS Y PARADOJAS, BEAVIN BAVELAS, HRDER.

 

CHACHARA, ETHAN KROSS, 3ª. EDICION, PAIDOS

Imagen de vecstock en Freepik

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